Vivimos un momento desafiante y de rápido desarrollo en el tiempo, donde el COVID 19 nos ha llevado a modificar la forma en que vivimos e interactuamos, haciendo imperativo repensar la forma en que respondemos a las necesidades epidemiológicas de la población. En el quehacer fisioterapéutico, esto significa que debemos tomar decisiones eficientes y basadas en la mejor evidencia disponible, pues reconocemos que es un momento para generar cambios. La telesalud (telerehabilitación) es una modalidad de atención que se ha hecho cada vez más necesaria y de rápido crecimiento en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ubicó a la telesalud como herramienta importante para enfrentar la pandemia y la define como “la prestación de servicios de atención médica, en donde la distancia es un factor crítico, por parte de todos los profesionales de la salud que utilizan tecnologías de información y comunicación para el intercambio de información válida para el diagnóstico, tratamiento y prevención de enfermedades y lesiones; para investigación y evaluación; y para la educación continua de los proveedores de atención de salud, todo en aras de promover la salud de las personas y sus comunidades”.
En general, la telerehabilitación debiese ser usada en las siguientes condiciones/contextos:
- Educación sobre la condición de salud
- Promover la autogestión del usuario
- Prescribir pautas de ejercicio terapéutico
- Asesoría sobre actividad física, cambio de hábitos poco saludables y estrategias para manejar el dolor
- Seguimiento y monitorización del progreso, incluyendo pacientes vistos previamente en persona.
La telerehabilitación no es recomendable en condiciones donde el kinesiólogo juzgue que el foco del tratamiento requiere contacto manual, otras formas de contacto directo o frente a un usuario con dependencia de movilidad sin posibilidad de ayuda de un tercero.



Por: Lic. Emiliano Lorigados